Hace unos días me llegó un correo de D. Ernesto Real, inspector de Educación, con la noticia de su jubilación. No se trata de una jubilación adelantada, ni siquiera por su edad, ha prorrogado cuanto ha podido este momento porque ha vivido su profesión con toda la dedicación y el saber hacer posible. Todos los que nos dedicamos a la docencia tenemos "un mucho" de vocacional, no se entendería de otra forma con los tiempos que corren, pero en su caso es una vocación meritoria.
Me envió una carta de despedida para hacer llegarla a toda la Comunidad educativa, merece la pena leerla, os invito a ello pulsando el siguiente enlace.
Carta de despedida |
Si bien se agradece la carta, desaprovecha la ocasión para incidir en algunos aspectos importantes y hacer hincapié en ciertas dificultades del oficio como handicaps que se eternizan. En fin, faltan guiños de complicidad con el maestro en una preciosa ocasión para ello, dado el agitado panorama de burocracia de dudosa utilidad. Gracias.
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